El doctor Soto egresó en 1959 de la Universidad Católica de Chile y ese mismo año inició su trabajo en el Hospital San Juan de Dios bajo el liderazgo del Dr. Rodolfo Armas Cruz, eminencia en Medicina Interna. Una vez ahí, inició una suerte de cruzada para tratar a los pacientes cirróticos alcohólicos, que en esos tiempos no eran tratados en el hospital, dándole prioridad de hospitalización y atención a otras patologías. “Se vivía una discriminación de este perfil de paciente y de hecho, la gran mayoría de ellos moría sin recibir tratamiento”, recuerda. Así, un grupo de médicos del departamento de medicina interna forjó los inicios del departamento de hepatología y con esfuerzo lograron excelentes resultados y experiencia en el tratamiento de la cirrosis alcohólica, con publicaciones en el extranjero que convirtieron a este grupo pionero en un referente en investigación en esta temática y así se extendió el esfuerzo de otros hospitales formando servicios de hepatología y salvando a la gran mayoría de los pacientes cirróticos. “Hubo una cruzada institucional para que también el hospital confiara y destinara recursos y otros médicos apoyaran la inclusión de estos pacientes en el tratamiento para más tarde diversificar aspectos en hepatología del hígado, cirrosis del alcohólico y cirrosis por hepatitis. “Trabajé 37 años en el San Juan y mucho de lo que soy, lo aprendí allí”, sostiene.
dr_juan_soto
Desde sus inicios, este médico destaca su pasión por la docencia. En este hospital de Quinta Normal, Soto combinó siempre actividades de enseñanza con la Universidad de Chile y horas de atención del Servicio Nacional de Salud, impulsando la investigación como un sello imprescindible de la medicina. Su carrera se construyó al alero de la gastroenterología, pero especialmente de las hepatitis virales, que lo cautivó desde siempre, confiesa.
En 1978 obtuvo una beca para especializarse en el Hospital Clínico de Barcelona en España, en la Unidad de Hepatología, considerada una de las mejores de Europa. Su estadía por año y medio se convirtió en una experiencia maravillosa, en lo personal y profesional (asegura). “En esos años viajé con familia y con escasos recursos, lo que significó ciertos sacrificios junto a mi esposa y nuestros tres niños, sin embargo todos atesoramos grandes recuerdos de ese tiempo y creo que nuestros lazos se fortalecieron rodeados de una ciudad bullante como es Barcelona”, puntualiza.
De regreso en Chile y a la par de su trabajo en el Hospital San Juan de Dios, el doctor Soto trabajaba en su consulta privada en Indisa y fue testigo de este paulatino crecimiento institucional, que convirtió a la Clínica en uno de los líderes de la medicina privada en Chile. “Hoy Indisa no tiene nada que envidiar a otras clínicas y a su lado, AMCI cumplió un rol crítico en su evolución”, sostiene este especialista; pero añade que el desafío por delante trasciende al negocio y pone el énfasis en la vocación de servicio, añadiendo: “Ojalá velemos por garantizar un acceso democrático a salud de calidad”. Al respecto, Soto explica que por años Indisa se ha identificado como una clínica de familia, que ha logrado un estándar de calidad en servicio, atención e infraestructura, de la mano de una amplia cartera de convenios, que permite que pacientes de todos los estratos sociales puedan recibir atención oportuna y excelente, foco que no puede perderse de vista a la hora de planificar la estrategia de crecimiento y proyección de Indisa.
En cuanto a AMCI, Soto asegura que es ésta es un gran ejemplo de gremialismo y unión. “Tuve la suerte de llegar a Indisa en sus inicios, colaborar en la formación de la AMCI y hasta hoy se mantiene y crece. En adelante, espero que la gerencia de Indisa considere en sus iniciativas al cuerpo médico, que se trabaje en equipo ya que aquí no existen las burocracias y es sencillo el contacto expedito, y que se consideren ambas miradas al implementar cada innovación, ya que ambas son necesarias y de provecho para el crecimiento de la Clínica”, concluye Soto.
En el 2016 este médico planifica su retiro y dedicar más tiempo a sus hijos (3) y nietos (4).