Ivar conversa con nosotros en una mañana lluviosa y nos transmite una paz heredada, posiblemente, del silencio de sus tierras en Chuquicamata. Nos habla antes que de medicina y urología, del placer que siente al venir a trabajar con su equipo en Indisa, al punto que un día de cirugía, para él es más que trabajo un premio. “El slogan de esta clínica es que se trata de una clínica de familia, y creo que eso también se cumple a cabalidad en los equipos médicos, donde todos, desde quien limpia y asiste, hasta quien opera, son partes de una familia con profundos lazos afectivos”, así comienza su entrevista este “buen” doctor.
[line]
¿Siempre quiso ser médico?
Siempre. Desde que tengo uso razón quise ser doctor. Creo que eso  responde a que  a mis 7 años enfrenté una seria enfermedad de mi abuelo y surgió en mí la inquietud de querer sanar. Hoy, soy el primer médico de mi familia. Vengo del norte, hijo único, de una familia en la que todas las generaciones se dedicaron a la minería y siguen viviendo bajo el sol intenso….yo emigré. Soy la oveja negra (se ríe).
¿Qué recuerdos tiene de esa infancia en Chuquicamata?
Los mejores. Estudié en el Colegio Chuquicamata, siempre muy buen alumno, y recuerdo que todo quedaba muy cerca y podía aprovechar muy bien el tiempo libre y compartir en familia. Fui un buen tenista. Al egresar de cuarto medio, me vine a estudiar medicina a la Universidad de Chile en Santiago, un cambio dramático, ya que me distancié de mi gente y también tuve que aprender hábitos de estudio distintos al ritmo que me exigía el colegio.
¿Qué fortalezas se trajo en la maleta cuando vino a Santiago?
La bondad, la capacidad de entrega. Mi madre es de una naturaleza de entrega absoluta que me transmitió toda la vida y me marcó profundamente. Y de mi padre, el esfuerzo y la constancia, recursos imprescindibles en una carrera tan larga y agotadora como medicina. Creo ante todo que uno debe dar a los demás, ayudar y hacer el bien, por ello intento no ser sólo conocedor, hábil y diestro en mi especialidad, sino de ser un médico bondadoso.
¿Por qué eligió la urología?
En medicina hay muchas especialidades. Las más llamativas son las que combinan la parte médica con la quirúrgica. Así, en urología prevalece el contacto con el paciente, pero también te permite desarrollar destrezas muy entretenidas de procedimientos en pabellón. Siento que quizás al inicio sentí que me había equivocado, pero luego me dí cuenta que fue una muy buena elección.
¿Dónde trabajó antes de llegar a Indisa?
Tuve la fortuna de trabajar en el hospital donde hice mi residencia, el Hospital del Salvador. Fueron 5 años ahí. En el hospital encontré el sentido social de la medicina. Quienes trabajan ahí están porque les gusta el servicio público,  no por interés económico, y además hay mucha labor académica que permite compartir conocimientos con futuros médicos. Creo que ese hospital me entregó herramientas muy útiles.
¿Qué opina sobre las brechas entre la salud pública y la privada?
Tenemos grandes deudas con la salud pública. Si bien todos los gobiernos han avanzado en entregar mejor calidad, la brecha es inabarcable. No creo que sea solucionable  en el mediano plazo. Se hacen esfuerzos válidos, pero el vacío es abismante. Quizás este sistema mixto sirva para descomprimir las necesidades del sector público.
¿Cómo se siente de estar en Indisa?
En 2007 terminé mi especialidad y el Dr. Octavio Castillo, Jefe de la Unidad, me invitó a participar mientras despegaba la nueva etapa de Indisa. Logramos lanzar un proyecto de urología y luego introducir la cirugía robótica. Me siento orgulloso de ser parte de estos hitos en la Clínica, es muy gratificante. Además, acá se cumple de verdad con el lema de “clínica de familia” y eso se ve reflejado en los equipos de cada Unidad. Pocos tienen la suerte de trabajar en lo que les gusta, poder vivir de eso y sentir que te protegen y estimulan.
Entiendo que usted fue el primer beneficiado con una beca AMCI, ¿cómo fue eso?
A fines de 2011 gané una beca para viajar a Estados Unidos, al Memorial Sloan-Kettering Cáncer Center de Nueva York. Justo entonces había surgido en AMCI,  la inquietud de partir con becas y beneficiar a médicos en formación y fui uno de los escogidos. Fue un beneficio muy útil, más aún en esas circunstancias que involucran un significativo costo financiero y emocional. Mi paso por el Memorial determinó que hoy me dedique a la oncología en mi especialidad y allí aprendí nuevas técnicas quirúrgicas y conocí gente muy valiosa y entregada.
Una muy buena experiencia, ¿cierto?
Absolutamente. En estos centros de salud grandes te percatas de lo relevante que son los equipos multidisciplinarios y el enfoque del manejo integral de los pacientes. El paciente debe ser entendido como un todo, desde lo médico hasta lo sicológico, humano y social. Siento que en Chile la medicina está muy  “encapsulada” en lo clínico por especialidades, centrada en el médico tratante, y creo que sobre todo en oncología el desafío de Indisa y de la salud nacional debe avanzar hacia la inclusión de equipos complejos y multidisciplinarios, como ya ocurre en obesidad.
En cuanto a la tecnología, me llevé una grata decepción, ya que los equipos son los mismos que hay en Chile, sólo que hay más unidades por establecimiento. En nuestra especialidad, la tecnología aporta seguridad, confianza para el paciente y beneficios como menos dolor post operatorio y un reintegro más rápido, y eso se agradece.
¿Hay un antes y un después de la beca?
En mi caso, sí. Al decidir hacer la beca, dejé mi trabajo en el Hospital del Salvador y a mi regreso, esos horarios los mantuve libre. Así volví a entrenar, a la práctica del tenis y tengo más tiempo libre para mi esposa Maggie y mis hijos de 12 y 3 años. Es verdad que uno gana menos, pero  mejorar en calidad de vida es impagable y todos agradecen el optimismo y la energía recuperada. Me gusta la vida en familia y creo que ahora estoy compensando las ausencias que antes tuve por razones de trabajo. Estamos pasando un buen período, nos acaban de entregar nuestra casa y los niños disfrutan tener más espacio –antes vivíamos en departamento-, se vienen muchos planes y quizás este año vayamos en busca del tercer hijo o hija. Fue un cambio de switch con ganancias por donde se analice. A eso se sumó  el impacto que me produjo la caída del avión en Isla Juan Fernández, tragedia que me remeció a tal punto que me hizo ver que nada es más importante que la vida y la familia…que debía hacer un cambio importante.
¿Cómo vislumbra el plan de crecimiento de Indisa?
Creo que será una tarea muy importante para el cuerpo médico. El grupo humano tiene la virtud de ser profesional, muy flexible y adaptable. Asimismo creo que hay mucho compañerismo y podremos cubrir la demanda de la nueva filial. En Indisa, hay harto reconocimiento entre pares y eso no lo creía hasta que volví de Estados Unidos, no hay competencia destructiva, sino mucha colaboración. AMCI es una buena instancia para reorganizarnos, para plantearnos de mejor manera frente a la administración, aseguradoras e isapres. Se vienen nuevos tiempos y necesitamos nuevas herramientas y recursos.