Dr. Robert Holloway Hematólogo Clínica Indisa

Algo defraudado de lo que sería su prometida participación como hematólogo en Indisa, el doctor Holloway aborda su inquietud por crear una unidad de onco-hematología y de quimioterapia, de forma de enriquecer la propuesta de servicios otorgados a los pacientes y construir equipos sólidos, diversos e integrados. Además de médico hematólogo es diácono y asegura que su doble rol le ha permitido enriquecer su relación de médico-paciente.

Conocido por algunos como el “gringo”, el Doctor Robert Holloway nos recibe con una sonrisa amigable y una actitud muy acogedora, que habla de una vida con suficiente flexibilidad para adaptarse a los cambios y mirar la medicina como un quehacer más, que comparte junto a su diaconado católico en una parroquia de Providencia.
El doctor Holloway parece un personaje salido de una novela de Isabel Allende. De abuelo inglés y abuela francesa, la historia de su padre comienza en Lima, y aunque estuvo casado hasta enviudar, trabajando de administrativo bancario en el emblemático campamento minero de Sewell en El Teniente, enfermó y fue a dar a enfermería, donde fue atendido por la que sería su madre. Cuenta que del primer matrimonio quedó una hija de sólo dos años y del segundo, otros dos hijos. “Fue amor a primera vista al parecer. Se casaron y vivieron en distintas ciudades como Villa Alemana, Valparaíso y Rancagua. Me formé en un colegio marista y luego estudié medicina en la Universidad Católica, como si Dios no quisiera que me apartara de su lado…y así fue”, señala el hematólogo de Indisa.
Hoy, el doctor Holloway está casado hace ya 34 años y es padre de seis hijos. “También soy diácono hace algunos años, y comparto mis labores de médico con la preparación de matrimonios jóvenes que buscan casarse. Y aunque muchos me veían pasta de cura, comprenderás que con tantos hijos, queda en evidencia que me encanta mi mujer y la vida familiar. Este es mi modo de hacer mi misión, de médico y diácono”, asegura.
¿Cómo llegó a convertirse en hematólogo?
Creo que Dios a uno le va abriendo caminos. Hice mi internado en el Hospital Sótero del Río, comenzando con algunos reemplazos e inicié mi formación como médico internista. Había una hematóloga y un día me dijo que ella no seguiría trabajando ahí y si me interesaba quedarme a cargo del Policlínico de Hematología, y lo encontré interesante y acepté. Antes ni se me había ocurrido. Más tarde, postulé a una beca de hematología en la Universidad Católica y me la gané, y seguí ese rumbo. Fue algo del destino y me fui encantando con el paso del tiempo.
Hoy en día ha aumentado mucho el conocimiento en hematología, pero no ha habido un interés mayor de las nuevas generaciones. No han llegado muchos becados; lo que sí sucede en oncología, y es que el retorno económico es mayor y quizá eso explica la poca adherencia a esta especialidad. Yo no me puedo quejar. No he tenido un mal pasar y he podido criar a mi familia. Estoy satisfecho.
¿Cómo es eso del médico-diácono?
Dios ha sido muy gentil conmigo. Con mi esposa hemos sido muy participativos en catequesis. Hace 12 años un sacerdote amigo me dijo que si no había pensado en el diaconado permanente. Le di muchas vueltas y me comprometí con la iglesia y me ordené como diácono hace 4 años y esa formación me ha servido mucho en mi relación con los pacientes y cómo acompañarlos. El diaconado le ha agregado labor a mi labor de médico.
¿Cuándo llega a Indisa?
Hace poco, en septiembre de 2012. Estaba en el Hospital de la FACH y un médico oncólogo me dijo que en la Indisa buscaban a un hematólogo y acá estoy. Hice muchas interconsultas, pero estas ya no han perdurado. Me siento un poco desilusionado y frustrado, ya que cuando me invitaron a integrarme a Indisa sentí que sería parte de un equipo, más allá de cubrir reemplazos. Me gustaría que nos acercáramos como equipo y que pudiera interactuar con los especialistas de oncología y trabajar de forma más integrada.
En mi opinión, debiera haber una unidad de onco-hematología, que creo es muy necesaria, pero no sé por qué no se han dado las cosas para su creación. Asimismo, debiera haber una unidad de quimioterapia, para consolidar un equipo que trabaje de forma más mancomunada y multidisciplinaria. Somos sólo tres hematólogos en Indisa y debemos funcionar como equipo.
¿En qué etapa de su vida está, doctor?
Tengo 58 años y hoy en día trabajo en Clínicas Indisa y Vespucio. Vivo aún con cinco de mis hijos y ello conlleva mucha actividad social en casa. Somos una especie de sede social para las actividades de ellos (comenta entre risas). Me encantaría socializar más y ser parte de un equipo laboral comprometido y como creyente, confío en que Dios me abrirá los caminos correctos.