“Soy de aquellos médicos que, al ejercer, consideran La medicina un bien social”.

El 30 de mayo pasado, el doctor Chelén dijo adiós a la medicina con algo de nostalgia por alejarse de los objetivos de esa medicina social. Ahora cierra su capítulo profesional de sesenta años de ejercicios. Actualmente, está avocado a un proyecto familiar para encontrarse con sus raíces libanesas y a modo de balance, se declara feliz de haber realizado el tipo de medicina de antes que soñó y de haber ayudado al mayor número de personas posible.
Alfonso Chelén es de aquellos médicos de la generación del cincuenta, un hombre alegre que irradia sabiduría y un espíritu joven, y que construyó su vida con la fortaleza propia del hijo de un inmigrante, acumulando recuerdos entre Ovalle, su pueblo natal, Santiago y Punta Arenas, y forjando la historia de la medicina chilena inspirada en el servicio social. Tras sesenta años de ejercicio como médico cirujano general y siendo socio fundador de Clínica Indisa, el 30 de mayo pasado colgó su bata clínica, con la satisfacción de haber salvado cientos de vidas y aprendido lo suficiente como para compartirlo con nuevas generaciones. Ahora se impregna de un proyecto pendiente para honrar el recuerdo de su padre; fallecido cuando él tenía 14 años y visitar sus tierras ancestrales en el Líbano.
Su formación como estudiante de la Universidad de Chile la hizo en el Hospital. J.J. Aguirre y hoy, a sus 87 años tiene una mirada bastante romántica de lo que era la medicina de antes, con un alto compromiso social. Generaba el compromiso de responder a la educación gratuita que habíamos recibido. “Como médicos egresábamos con amplias habilidades para resolver el mayor número de desafíos clínicos utilizando todas las artes de la Semiología y la interpretación de los exámenes. Sólo un buen diagnóstico puede conducir a una buena cirugía”, todo en un contexto de buena relación médico-paciente, grata y respetuosa, sostiene Chelén.
Alfonso explica que siempre soñó con ser médico. Quizás, comenta, influyó el hecho de haber perdido a su padre y dos de sus hermanos en menos de dos años por enfermedades duras como insuficiencia cardíaca, tuberculosis y hepatitis. Esto reafirmó su propósito de ser médico y recuperar la salud de las personas, ampliando sus conocimientos más allá de la cátedra.
Hacia el año 1954 al egresar junto a otro compañero celebraron solos en compañía de una cerveza en un boliche del centro de Santiago. Hacia el año 1954 al egresar junto a otro compañero en una noche de invierno, se dirigieron a celebrar en un boliche de la Alameda, cerca de la Facultad. Cuenta, “Juntamos nuestras pocas monedas que alcanzaron sólo para una cerveza y con las sombras de la noche como capas y las estrellas del cielo como birretes nos fabricamos una ceremonia de graduación inolvidable”.
Sus ansias de aprender eran intensas y después del cuarto año se incorporó como interno ad-honorem en la Posta del Hospital Barros Luco, donde, en los años siguientes lo autorizaron para realizar cirugías en cadáveres cada mañana a las 6 a.m. para luego partir a las siete a clases en la Avenida Independencia.
Más tarde postula a ser interno ad-hororem en el Hospital Militar donde profesores universitarios dirigían los Servicios otorgando muchos conocimientos prácticos. Posteriormente se le concede el grado de interno soldado. Siendo éste su primer sueldo hasta el día en que se recibió. Así inició una carrera que le permitió incluso, viajar al extranjero.
Después postuló al Hospital Regional de Punta Arenas donde alguna vez había vacacionado, y ahí como médico echó raíces casándose al año siguiente con la novia de su adolescencia y tuvieron tres hijos.
la foto
Principios de amor honor y orgullo
Al igual que su esposa, Chelén es hijo de inmigrante. En el caso de ella, de un francés y en el caso de él, de un comerciante libanés que llegó a los 14 años y se casó con una chilena. En su casa fue criado bajo el rigor de la cultura del medio-oriente que forja con especial ahínco el carácter del varón, instalando a sangre los principios de orgullo y honor asociado al cuidado piadoso y cariñoso de una madre muy católica. El fue el menor de 4 hermanos, 3 hombres y una mujer y de sus tiempos de niño recuerda haber sido víctima de lo que hoy se llama bulling cuando le asediaban en la escuela primaria y lo trataban de “turco”.
Recuerda que esta situación que marcó su niñez, también la vivenciaron sus hermanos y por ello un día acudieron a la madre por un consejo, y ella les dijo que al igual que Cristo, debían poner la otra mejilla. No satisfechos con la respuesta, solicitaron audiencia con el padre –como es la costumbre libanesa- y él sólo dijo: “Que no sepa yo que un hijo mío es cobarde”. Con esa frase como respaldo, los hermanos Chelén se convirtieron en desafiantes luchadores hasta ganarse el respeto de todos, recuerda el doctor entre risas. “Esta fue otra enseñanza de vida, lo que significa ganarse el respeto de los demás en todo orden de situaciones”, comenta.
Cuando sólo tenía 14 años se vino a estudiar a Santiago acompañando a su hermana mayor de 18, y se vio obligado a moverse en una ciudad desconocida pasando largas horas en la Biblioteca Nacional devorando hasta tres libros diariamente. Al año regresa a Ovalle por la enfermedad de su hermano de 16 años que lo lleva a la muerte y 6 meses después fallece su padre. Estas pérdidas generan la decisión de abandonar Ovalle e irse a vivir definitivamente a Santiago. Recuerda que fueron tiempos muy duros y había que adaptarse a lo que imponía la vida. “En diciembre del año siguiente fallece mi hermana a los 23 años quedando como familia reducidos a la mitad y soportando todos estos duelos. Hoy estoy agradecido de haber tenido entereza para continuar viviendo y forjar una familia diferente con mi esposa e hijos inculcándoles principios de convivencia y honestidad”, sostiene.
Los albores de Indisa con una vocación social
“Soy de aquellos médicos que optamos por una Medicina Social” y bajo esta premisa, señala que en el año 1962, trabajando aún en Punta Arenas, es invitado a ser Socio Fundador del Instituto de Diagnóstico, constituyendo entonces junto a 90 médicos, algunos odontólogos y abogados, los albores de la Clínica Indisa.
Chelén señala que los postulados iniciales eran bien definidos. Un Instituto de Diagnóstico que dispondría de una torre quirúrgica con la idea de atender gratis a algunas personas, a otras con rebajas importantes como beneficios por la compra de bonos. Formar especialistas, generar becas de intercambio con el extranjero, copiando el estilo de un instituto Uruguayo. El desarrollo se detuvo por más de 5 años mientras se resolvía jurídicamente si la Institución era Sociedad anónima o Compañía de Seguros. Los problemas económicos que se generaron diluyeron el foco Social transformándose el paciente en un cliente, reduciéndose los tiempos de atención y alterando la comunicación y relación médico paciente. Chelén entiende que el desarrollo de la Sociedad induce a cambios y lamenta, desde su punto de vista generacional, que el principio de que la Salud es un bien Social se haya convertido en un bien rentable.
Chelén comenta que está satisfecho de su elección profesional y que por vocación aprendió y desarrolló otras habilidades en los campos de la obstetricia, la neurocirugía traumatología y otras, lo que le permitió en el ambiente provinciano salvar muchas vidas y resolver situaciones difíciles. Ha sido maravilloso encontrarse después de años con pacientes que estuvieron desahuciados por hematomas cerebrales extradurales, operados oportunamente contra viento y marea, verlos sanos y sin secuelas. En otra ocasión, una noche fue llamado de urgencia por un enfermero del Hospital Naval para atender a una paciente que no conocía y cuyo médico tratante no era ubicado. Era un llamado angustioso. Una situación impensable. Mujer en shock en pleno trabajo de parto, embarazo gemelar. Un niño atascado en la pelvis y el otro en el útero. Forceps para el primero, cesárea para el segundo y después reanimación de la madre que por suerte fue exitosa. Pasaron 3 a 4 años y al entrar hospital lo detiene una señora y le pregunta si se acuerda de ella, “soy la persona que operó una noche. Y mis niños ahí andan corriendo: Alfonso primero y más allá Alfonso segundo”.
Chelén percibe que algunos de las nuevas generaciones de médicos opten más por status que por vocación de Servicio a la Sociedad. “Espero que el desarrollo de un concepto clínico apoyado en una buena semiología, en un conocimiento integral que facilite buenos diagnósticos y actitudes que mejoren la relación médico paciente, lo que contribuye a evitar la judicialización de las acciones médicas puede que no sean tan ideales en la actualidad”, añade.
En busca de las raíces familiares
El Dr. Chelén vive actualmente en su casa de Vitacura junto a su esposa desde hace más de sesenta años y su hijo mayor. En este momento está interesado en retomar el violín, disciplina que estudió de niño por cuatro años y que dejó tras la muerte de sus familiares. “Quizás en lo que me resta de vida me anime volver a la música. Sería conciliador”, precisa.
Ahora, como familia planifica un viaje para recorrer el Líbano y Francia. Reconocer las tierras de los antepasados familiares. Gracias a la medicina ha conocido Estados Unidos, España, Francia, Alemania y parte de África, pero este viaje es especialmente significativo. “Pienso que es como cumplir un deseo de mi padre quien nunca volvió a su tierra esperando volver rico. Es un tema de orgullo de mucho peso en la cultura de su país. Estoy ansioso por llegar ahí, conocer lugares que marcaron la historia de mi familia paterna y mis antepasados. Reconocer razgos de mi padre entre su gente”, comenta el médico.
Al igual que al terminar la cena el más sabio agradece y se levanta con respeto. El Dr. Chelén se despide en forma pausada de la medicina en el seno de su familia. “Mi mensaje para los médicos que quedan en Indisa es que no olviden la vocación de servicio ni los límites morales por más que las Instituciones exijan lo contrario. Los insto a que sean curiosos, inquietos y solidarios, asertivos en sus diagnósticos y rigurosos en sus cirugías. Promover la docencia, compartir conocimientos y experiencias y mantener viva la buena relación médico paciente”, concluye.